Hace, mucho, mucho tiempo atrás, la gente que vivía en las villas y pueblecitos de las laderas y faldas de Volcán de San Martín en Veracruz, al escuchar los tambores de la feria de Santiago Tuxtla, se reunían para ver pasar a Citlali Mariana, la Princesa del Reino de los Tuxtlas y a su leal ejercito de Chaneques cantores; los que iban saludando a la gente, al tiempo que regalaban arbolitos y flores para sembrar.
Toda la Villa era muy feliz pues se reunían los abuelitos, los papas, los hermanos, los tíos y primos; también los parientes y amigos que vivían lejos venían para esas fechas y entre todos sembraban, muchos, muchos arbolitos. Era una antigua tradición y los viejos no atinaban a decir a ciencia cierta desde cuando se llevaba a cabo esta usanza.
Los Chaneques, que formaban el noble y leal ejercito de la Princesa; le ofrecerían durante esa feria, el elixir mágico de los Tuxtlas, que consistía en miel de abeja, la cual en el reino de Los Tuxtlas, era muy especial, es decir, única; ya que como hay gran variedad de árboles, plantas y flores, además de nutritiva, es curativa y holistica; lo que le había valido ser miel real; y por si eso fuera poco, era enriquecida por las mismas abejas con un polvillo de oro, que extraían de una especie muy rara de musgos que floreaban en la parte alta del San Martín. Nadie se explicaba, el origen del oro comestible en polvo y del como las abejas lo procesaban. No habiendo minas en la región, este fenómeno de química entre musgos y abejas no existía en ningún otro lugar conocido. Las abejas, así, trasformaban ese néctar en propóleos, que al ser ingeridos, daban fuerza, curaban males, fortalecía el erotismo, en fin se le atribuían toda clase de beneficios, además de ser un alimento extraordinario.
Esta miel era celosamente resguardada por los Chaneques, ya que se le consideraba el bien más preciado del reino. Ya había habido algunos intentos de invasión por parte otros feudos de ultramar, que buscaban robarse la preciosa miel. Ese año, una vez terminadas las fiestas, los Ejércitos Celtas y Vikingos del Este, acompañados de Piratas, comandados por el temible Rolat, habían desembarcado en las playas de Monte Pío y además de robar la miel, también, venían por madera, pájaros exóticos, changos, venados, jaguares, cocodrilos, plumas de quetzal. Para lograrlo provocaron un gran incendio, ya que además buscaban adueñarse de grandes espacios para su ganado, siembras, y empezar la construcción de un nuevo pueblo.
La conquista del “Reino de los Tuxtlas”, era para Rolat, fundamental, así podría tener una gran base en el mar de los Tuxtlas, que le proporcionara alimentos y agua en abundancia y desde ese punto emprender la conquista de todo el gran Reino del Anahuac.
Los rumores no se hicieron esperar y al pueblo de Santiago, llegaban las malas noticias detallando la gran destrucción que los soldados de Rolat generaban al medio ambiente. Las columnas de humo de los incendios provocados se podían ver a kilómetros de distancia; por lo que todo el reino fue convocado a una gran asamblea. Tras la cual se decidió enviar a un ejército, esperando que como en otras tantas ocasiones, los enemigos fueran vencidos rápidamente y así recuperar la paz a la que estaban habituados.
En su interior la Princesa, sabía que se enfrentaba a un enemigo más poderoso y ambicioso que los anteriormente combatidos, temía lo peor. No demostró este temor frente a sus soldados a quienes deseo buena lucha y pronto retorno. Ya frente a frente los dos ejércitos hubo intercambio de emisarios, conforme a las reglas de caballería, el Ejercito del Este fue avisado e invitado a abandonar el reino, para lo cual se le darían dos días de plazo. Paso el tiempo marcado y al vencerse el término; dejo cerrada la puerta a una salida de paz y ambos ejércitos se preparaban para la lucha.
Siendo la respuesta negativa de Rolat, no hubo más remedio que empezar la guerra. El combate era feroz y las tropas del Este, salvajes y despiadadas; destruían todo a su paso, buscando robar a toda costa la miel sagrada, sabiendo que se podría vender en otros países y reinos lejanos a precios inimaginables y teniendo su control, él y su ejército, sería, los amos y dueños de todos los mares. La guerra había durado dos años y los piratas y vándalos, eran ahora una realidad cotidiana; pese a esto, solo habían podido dominar las partes bajas, resistiendo heroicos los Chaneques y resguardando a la Princesa Mariana en las partes altas de su reino, ocultándola en los vecinos Reinos Olmecas de San Lorenzo y Tres Zapotes, que eran amigos y leales a la causa de los Tuxtlas.
Los comandos celtas, vikingos y piratas, asaltaban los bosques, talando selvas y exterminando, con toda la fauna al cazar venados, jaguares, tapires, capturando; llevándose monos, águilas arpías, los que eran embarcados o matados por su piel. ¡Estaban acabando con la flora y fauna del Reino de los Tuxtlas!
Una inusual y fría mañana de invierno, Mariana calentaba su café en un refugio que habían construido en lo alto del Cerro del Vigía; triste de ver como su hermoso reino, que poco a poco estaba perdiendo esa riqueza y variedad forestal. Desde lejos divisaba el río Tepango, que parecía llorar y se preguntaba como podría rescatar todo aquello, en bien de su pueblo y de la naturaleza. Cansada y abatida, cayó en un sueño, en el que se le indicaba ir a las “tierras de adentro” por la ruta de la nieve y la arena ¿Por la nieve y la arena? Se preguntaba en sus sueños…
Al día siguiente, perturbada por su sueño fue a ver al Gran Xaman, Don Martín, un viejo muy inteligente y sabio, quien le dijo:
-Debes recorrer el Gran Reino del Anahuac, desde la “Ruta de la Nieve”, hasta las “Casas Grandes”, donde se te dará un poderoso conocimiento para que puedas devolver la paz y la prosperidad al Reino de los Tuxtlas; en la unión entre el desierto y la sierra, debes ir y consultar a la Gran Madre
-¿La Gran Madre?
-Si, la Gran Madre en las Casas Grandes, te dará su respuesta y volverás victoriosa….
El Chaneque Don Martín, el más viejo y sabio de todos los Xamanes, le decía:
-Cierra tus ojos y déjate llevar, que volaremos sobre miles de mariposas monarca que han venido por ti, para llevarte a las Casas Grandes, a ver a la Gran Madre, a Teotihuacan y a las nieves eternas. Citlali Mariana no podía creer lo que sentía y veía bajo sus pies. Millares de mariposas Monarca, se juntaban y entrelazaban sus alas para soportar el peso de la princesa, quien, sentía que volaba sobre una cómoda y agradable lancha que además le hacia sentirse muy segura y permitía asombrarse y ensoñar con los majestuosos paisajes de lugares que nunca había imaginado. Tras unas horas de vuelo, llegaban a unas ruinas, en un paraje del desierto, a los píes de un gran sistema montañoso.
El Chaneque Don Martín, la tranquilizaba:
-No tardara la Gran Madre en hacer presencia….
-¿Qué son estas ruinas Don Martín?
-Pertenecen a una antigua cultura llamada Paquimé, ellos tenían gran comunicación con la Gran Madre, además de ser ávidos conservadores del agua que como puedes observar aquí no hay. Fíjate, tanto fue su interés por otras culturas y lugares lejanos que tenían hasta flora y fauna de otros lugares, como Guacamayas…
-¡Guacamayas! ¿Aquí?
-Si, aquí. Y la Gran Madre guarda el antiguo secreto de esta cultura hacia la conservación del medio ambiente.
Un gran estruendo se escuchó en el horizonte y de la Sierra lejana se escuchó una suave voz. El Hada Madrina de la Sierra Madre, bajaba para darle voz a uno de los sistemas montañosos más impresionante de toda América, le hablaba a la Princesa:
-Hija, toma estos minerales de plata y deposítalos en la Pirámide del Sol, en Teotihuacan, luego vuelves a viajar, sobre tus mariposas y arribas a la cumbre del majestuoso y gran Guerrero, el Pico de Orizaba y en su nevada cumbre el gran Volcán acabara de formar ese regalo de plata en lo que necesitas para salvar a tu Reino de los Tuxtlas, el gran Citlaltepetl, te dará las últimas indicaciones.
El las ruinas arqueológicas de Paquimé le fue entregado un filón de Plata, de las entrañas de la gran Sierra Madre, esta plata tenía la fuerza del oso, la furia del lobo, la astucia del coyote, la firmeza del puma y la visión de águila real. Tomando el filón, y guardándolo en un costalito de manta, su majestad, ordenó a las miles de “mariposas monarca”, que se volvieran a congregar y prontas la llevaron antigua Teotihuacan. Ahí en la “Pirámide del Sol”, la plata fue bañada de forma mágica de oro, dándole una belleza inigualable al mineral plateado que acrecentaba sus poderes. El juego de luces era extraordinario, las monarca, felices retozaban y jugaban a perseguir las fulminantes centellas y luces que salían disparadas del altar. El cielo se iluminaba de todos los colores y las nubes se pintaban de plata y oro, alumbrando espectacularmente a la cuidad de los Dioses, la figura de Quetzalcoatl, se dibujaba en el firmamento. Después de unas horas, y al resguardo de la luna llena, arribaba un Tlacuache que daba estas premisas a Citlali Mariana:
Lleva este filón de oro y plata a la cumbre del Citlaltepetl, ahí el coloso, te dará las últimas indicaciones, también entrega estas ofrendas de árbol de mezquite, hoja de planta de gobernadora y unos cactus. También lleva esta bebida el Tezhuino de los hermanos Raramuri y Huicholes; todos ellos hijos de la Gran Sierra Madre, al llegar a la gran Cuidad de Teotihuacan, entrega las ofrendas como te lo he indicado, ellos sabrán que hacer con la veta y las plantas. Justo a la salida del sol, las monarca, aún emocionadas por la pirotecnia del día anterior, levantaban a su ama y subiendo de frente a la gran Pirámide se reverenciaban frente a esta y el astro rey, les llenaba de fuerza con sus primeros rayos, proyectándoles energía y fuerza. Bordeando el Valle de México, admiraba a los cerro Tlaloc y a los volcanes nevados que les deseaban lo mejor expulsando el Popocatepelt, una fumarola de fuerza y apoyo de él y su pareja la Iztacihuatl a favor de su lucha. Los lagos de Zumpango, Texcoco, Chalco y Xochimilco les despedían con hermosos reflejos de colores, ya en el Valle de Puebla y Tlaxcala, los habitantes de Cholula, y Cacaxtla habían encendido grandes hogueras para marcar el camino, las Montañas mágicas, la Malinche y el gran viejo y sabio Cofre de Perote, auguraban buena ruta y mejor suerte, preparando al coloso de Orizaba para su arribo.
Al alcanzar a la cumbre del Citlaltepetl, las nubes que celosas, resguardaban la cumbre del majestuoso Coloso de Orizaba, la Princesa colocaba el filón en la cumbre, extrañamente no sentía frió y ni el efecto de la altura de caso 6000 metros. A lo lejos, veía arribar a un Teporingo o Conejo de los Volcanes, quien le pedía que dejara el filón de oro en una canastilla. Un enorme borrego cimarrón, tomaba la canastilla y la bajaba por las verticales laderas hacia el interior del cráter. Al llegar a la parte baja de este, dejo la canastilla y una pequeña y leve exhalación de lava quemó la canasta y daba forma al filón en una gran lanza, añadiéndole la fuerza de la obsidiana y bellos acabados en un jade verde fuerte y vigoroso. La lanza, era alzada por dos majestuosos zopilotes, que volaban armónicos y alegres, al tiempo que el gran Borrego y el Conejo aplaudían, la última hechura del arma que ayudaría a liberar al Reino de los Tuxtlas de los ejércitos del Este.
A lo lejos el Popocatepetl y la Iztacihuatl, también con sus nieves eternas, volvían a saludar al Coloso de Orizaba y desde la Gran Sierra Madre, hasta el Volcán de San Martín, comenzaba un extraño temblor, que inexplicablemente, no dañaba a la gente, ni afectaba sus casa; solo abría unas zanjas que aislaban al Ejercito del Este. Atemorizados, preguntaba a sus hechiceros que estaba sucediendo, los que no se explicaban que sucedía, pero recomendaban alejarse de esas tierras, pues había fuerzas sobrenaturales, que protegían a sus habitantes.
-Este Reino es mas vasto, de lo que imaginamos y los Tuxtlas, son uno de sus puntos vitales, hemos herido a sus Dioses y si no nos alejamos todos caeremos por nuestra ambición, hemos destruido sus bosques, sus selvas, en dos años, hemos contaminados sus ríos; es hora de irnos…
-Soldados, manden al encierro al hechicero mayor, solo atemoriza a nuestros soldados; ordenaba Rolat, quien no se daría por vencido y estaba decidido a seguir su conquista.
-Os equivocáis oh gran soldado, pero pagaras tu desobediencia a estos Dioses que no conocíamos.
Mientras tanto Citlali Mariana, ya con la gran lanza en sus manos; escuchaba las últimas indicaciones del Conejo Teporingo, en la cumbre del nevado y frió volcán:
-Lleva esta lanza al gran Guerrero de los Olmecas, en San Lorenzo Tenochtitlan; por el Río la Colosal Cabeza Olmeca una vez que vea la lanza, empezará a actuar. ¡Ve rápido el tiempo apremia!
Las monarca, tuvieron dificultades ya que empezaba a formarse una gran tormenta de nieve y hielo; pero su valor y coraje eran tantos que el majestuoso Volcán, ordenó a las nubes a que abrieran una gran vía de nublados cálidos y vientos suaves, que llevaran directamente a Citlali Mariana hasta San Lorenzo.
Mientras, en los Tuxtlas, los Ejércitos del Este, habían logrado superar las zanjas abiertas por los temblores y pese a que muchos de sus soldados habían huido y regresaban en sus barcos hacia las Tierras del Este, Rolat al frente de cientos de sus soldados asolaba a la ciudad de Santiago Tuxtla,
Citlali Mariana cansada, pero firme y convencida de que no podía flaquear en esos momentos donde su fuerza, empuje y coraje eran indispensables, para lograr el objetivo de recuperar su reino tuxtleco. Lentamente se acercó a la Colosal Cabeza Olmeca, y puso a sus pies todas las ofrendas……
Un nuevo terremoto empezó y de inmediato, surgieron cientos de guerreros Popolucas, descendientes directos de los Olmecas, que ávidos en coraje y furia, formaron un gran círculo y al centro de este, colocando sus arcos, flechas, lanzas y espadas de obsidiana. Un destello salió de la gran lanza de la princesa y decenas de rayos luz verde, naranja y azul y roja, eran dirigidos a las lanzas de los guerreros haciendo de cada lanza una imitación de la original que había recorrido todos los confines del gran Reino del Anahuac. Las plantas que habían enviado los hermanos del norte y occidente, eran preparadas en una gran bebida, endulzada con miel real de los tuxtlas que daba a todos los guerreros, la energía necesaria para luchar sin descanso o reparo alguno.
La Princesa, no podía creer, lo que veía:
Cientos de guerreros de todas las culturas del Reino del Anahuac, llegaban frente a Colosal Cabeza Olmeca y se ofrecían para la lucha, provenían bravos Seris, fieros Yaquis, indómitos Mazahuas, Raramuris, Huicholes, Mazatecos y así de todos los rincones llegaban a unir sus fuerzas, también se unían Criollos, Mestizos, emigrantes Libaneses, Menonitas, todos se sentían responsables por la supervivencia del Reino de los Tuxtlas. Citlali Mariana, lloraba de la emoción, ahora estaba convencida de que la victoria se acercaba. Todos unidos al final celebraron una gran ceremonia invocando la fuerza de Quetzalcoatl, destellando nuevamente en el cielo, como en Teotihuacan, su figura bajo nubes doradas y plateadas que mandaban rayos de energía y fuerza….
Desde San Lorenzo, en lanchas recorriendo los manglares, selvas y animados por todos los animales de la selva, quienes además les informaban de la ubicación de los Ejércitos del Este, llegaron a las cercanía de Tres Zapotes, donde las otras Cabezas Olmecas, se unieron con su energía a la lucha, invocando a los lejanos Atlantes de Tula, a los Guerreros Mayas, al Chac Mool y así conjuntando todos sus fuerzas, siguieron avanzando. Al entrar en Santiago Tuxtla, se activaron el resto de las Cabezas Olmecas y comenzó otro temblor……….
El cielo, se cubrió de un color púrpura y rojo; era el preludio de la gran batalla.
Rolat y sus ejércitos tomaban ventaja, pero miles de tambores de indígenas de todos los pueblo indios del Anahuac, retumbaban en toda la montaña, haciendo un gran eco que movía una energía de proporciones impresionantes, confundiendo y desorientando a Rolat y sus cientos de soldados.
De todo el Anahuac se había preparado una pócima que sería materialmente llovida sobre el ejército invasor, pero no se podía alcanzar la altura necesaria, por lo que fue requerida a los hermanos del norte, un águila real que fue enviada por los Kikapus. El ave aprovecharía la altura del Volcán de san Martín para tomar mayor altura y dejar caer la pócima mágica sobre Rolat y sus hombres.
Todos los Xamanes y brujos indígenas trabajan unidos; pero para su sorpresa era, el.. ¡Hechicero Mayor! De Rolat…
-Disculpen ustedes, nos hemos equivocado, podemos aprender de nuestras culturas ya hacer una hermandad. Rolat ya no cuenta con los favores del Emperador del reino del Este.
-¿Cómo lograste huir?
-Mi guardia es mi yerno y le jure que si no me dejaba salir, nunca volvería a permitirle e ver a mi hija además él como la mayoría de soldados se oponen a esta invasión y ya han empezado a rebelarse muchos de ellos. No queremos muertes.
-¿Cómo unirás tu fuerza con nosotros?
-Pongamos a su pócima, poemas y sueños de nuestras princesas Celtas: Margit, Meike y Edain, con mensajes de luz, paz armonía bien y amor; que impregnaran a todos nuestros soldados haciéndolos recapacitar y cambiar al camino de la luz.
-¡Hagámoslo así! Solo falta el consentimiento de nuestra real Princesa.
-¡Ya lo tienen! Exclamaba emocionada Citlai Edain, el tiempo que enviaba saludos a las Princesa del Este y reconocía al Hechicero Mayor, como el interlocutor de los Emperadores Celtas del Este y desconociendo a Rolat.
El Águila Real, llamada Penélope, llevaría a 14 valientes Chaneques, en una canastilla, los que irían saltando en pequeños y diminutos paracaídas que habían sido tejidos por las mujeres artesanas de Santiago Tuxtla. Esta misión dependía de la coordinación que hubiese entre el Águila Real Penélope y los 14 Chaneques.
Desde la cumbre del Volcán de San Martín, el mar a un lado, los Reinos de “Oaxaca y Nueva Antequera”, así como el majestuoso Pico de Orizaba que servia de señal y guía, más cerca el “Cerro del Vigía”, era el monitor desde el cual todo los habitantes del Reino de los Tuxtlas, esperarían el éxito de la misión.
Anda Penélope, vuela al infinito y lleva a los Chaneques alto, muy alto a que esparcen la pócima de la esperanza sobre las nubes esta gran pócima que se multiplicara y traerá a todos los hombres y mujeres de buena voluntad la paz y la prosperidad.
Rolat contaba aún con los “brujos de la oscuridad”, quienes habían detonado un huracán que impedía a Penélope y los Chaneques alzar el vuelo, al tiempo que los combates se hacían más encarnizados……
Don Filemón, un antiguo y sabio curandero proveniente del “Noble Reino de Guadalajara de la Nueva Galicia y Jalisco”, opto por la solución más razonable; ya que la lucha entre los Xamanes, apoyados por el hechicero mayor, contra los “brujos de la oscuridad”, estaba muy parejo.
-Ahorita les damos a esos brujos una chocolate de su propia medicina, exclamaba Don Filemón con su hablar folklórico, ya que además había vivido en Alvarado como ayudante de farmacéutico y boticario; acostumbrado en preparar un jarabito vitamínico a base de tequila, mezcal, sotol, ron de caña y torito, acompañados de huevos de codorniz y endulzado con miel real. Unas gotitas a Penélope y un traguito a los Chaneques fueron suficientes para armarse de valor y así a la mexicana, emprendieron el vuelo, entre vivas y frutos de apoyo de todo el reino.
Penélope valiente soportaba heroica los embates y ventarrones de agua, granizo y nieve, y tras unos minutos se perdió entre los nubarrones y la tormenta. Un gran Rayo, iluminaba el firmamento y alcanzaba a Penélope, parecía el fin…….
Todos los habitantes del reino se habían quedado mudos y los soldados de la segunda reserva y previendo lo peor; que el rayo higuera acabado con los heroicos Chaneques y Penélope.
Un nuevo rayo plateado con vivos en oro y verde, sonaba estruendoso y abría de tajo la tormenta que desaparecía como por arte de magia. Los ejércitos de Rolat, se rendían y juraba lealtad a la Princesa Citlali Mariana.
¡Penélope y los Chaneques tuvieron éxito!
¡La paz y la armonía volvían al Reino de Los Tuxtlas!
Tiempo después Citlali Mariana, le preguntaba a Penélope y a los Chaneques como habían logrado escapar de aquel rayo.
Don Filemón, el de Jalisco, comentaban los 14 valientes: Le tenia harto amor a su Veracruz ya que su mujer era de Santiago y su suegra de Alvarado, así que le preguntó a su pregunto mascota consentida, a su Chiva Rafa, que se había enamorado de Penélope y esta lo despreciaba pues ella decía que ella, era un águila y él (rafa) una chiva; así que ni se hiciera ilusiones.
Don Filemón, le recomendó a su Chiva Rafa que le mandara sus cuernos como amuleto de buena estrella. Afortunadamente Penélope, conmovida por el detalle ya que Rafa se quedaba si cuernos, aceptó el regalo y amuleto que al final sirvió además de darle suerte de ¡pararrayos!
Desde ese año, el “Reino de los Tuxtlas” siempre fue recordado como el lugar de la unión, el amor y la cooperación donde las diferencias son motivo de unión y el amor el motor de la conservación de su cultura y selvas…………………
Cuentan las leyendas, que esa fue una gran época y aún hoy, si se camina con respeto por la selva, se pueden escuchar a los Chaneques, platicar de cuando volaron sobre el volcán y revivir las historias de los xamanes, hechiceros, brujos y de la Princesa Citlali Mariana.
Ate.- JORGE RAFAEL MARTINEZ AZUELA
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